El aumento de la población humana y la alta demanda de proteínas más saludables ha llevado a la cría de camarones a alcanzar registros históricos. Entonces, invertir sabiamente en este mercado es una gran oportunidad para ganar espacio y maximizar las ganancias.
Desde la elección del alimento hasta el mantenimiento de los tanques, es importante enfocarse en alimentar a los animales. En este contexto, las mezclas de proteínas han demostrado ser una excelente alternativa para aumentar la rentabilidad del sistema de producción, al tiempo que garantizan animales sanos.
El objetivo del cultivo es proveer la adecuada calidad de agua, ambiente y nutrición para un rápido crecimiento a densidades mucho mayores que las encontradas en ambientes naturales. Es decir, el granjero debe mermar la incertidumbre e ineficiencias de la naturaleza.
La nutrición del camarón es un asunto complejo porque sus requerimientos cambian a lo largo de sus ciclos de vida, por lo que las fórmulas deben ser específicas para cada ciclo.
El alimento debe ser periódicamente evaluado por técnicos para asegurar la calidad de manera consistente. Una calidad pobre resultará en rendimientos pobres.
La determinación de la ración diaria es relativamente subjetiva y debe ser realizada por personal experimentado, su distribución debe ser realizada de manera conservadora, si no se lo administra bien, puede contaminar el fondo del estanque, e incrementar la demanda bioquímica de oxígeno (BOD). Una disminución del oxígeno disuelto (OD) puede conducir a una disminución en el consumo de alimento y como consecuencia un incremento en la mortalidad.
Por otra parte, la “sobrealimentación” prolongada puede resultar una acumulación de sulfuro de hidrogeno en los sedimentos anaeróbicos del estanque. Esto también puede causar un incremento en la mortalidad o que el camarón no se alimente por periodos prolongados.
Un buen programa de alimentación es aquel en el que el camarón se queda ligeramente subalimentado. Se pueden lograr ahorros substanciales en el uso del alimento a través de la evaluación del consumo, teniendo cuidado en almacenarlos adecuadamente, y un manejo adecuado de la calidad de agua, especialmente en relación a niveles adecuados de productividad natural.